Sobre cómo hacemos difícil lo fácil (y viceversa).

Acabo de llegar a casa de tomar algo con un colega de profesión con quien, seguramente, colaboraré en un mini proyecto para una corporación. Hemos estado charlando un buen rato (casi la mayor parte del tiempo) sobre el proyecto, pero hemos tenido tiempo de hablar un poco de nuestras cosas.
Llegando al final de nuestro encuentro, casi en el mismo momento en que se ha dado cuenta de que llegaba tarde a otro compromiso que tenía, ha puesto un tema encima de la mesa para nuestro próximo encuentro. Era algo así como las dificultades implícitas en la simple condición de ser humanxs.
Me ha parecido curioso que lo hiciera. Más que nada, porque últimamente el tema se me está plantando delante de los morros con bastante frecuencia. De hecho, esta misma mañana he hablado de ello con mi amigo Manu. Y ahora, volviendo a casa en la moto y desde mi convicción de que nada es casual (todo es causal), he pensado en ponerme a escribir un poco acerca de esto.
Que ser humanxs implica dificultades es un hecho. Es obvio. Todxs lo somos y todxs sabemos exactamente a lo que me refiero. Encontramos dificultades todo el tiempo. Dificultades que, por otro lado, no tienen ningún sentido. Las vivimos por un hábito erróneo. Nos hemos habituado a pasar por la vida de una manera que nos implica muchas dificultades. Todo el tiempo, de hecho. Y no tiene sentido.
Me he dado cuenta, en base a mi experiencia, de que hemos hecho de lo fácil, lo difícil. Y viceversa. Voy a ver cómo puedo explicarme con esto. Me voy a ayudar de la definición de realidad que hace Gerardo Schmedling. No tengo su texto aquí ahora mismo, y me da pereza ponerme a buscarlo. Pero dice algo así como que la realidad solamente comprende lo que tienes delante en este momento y en este lugar, que es sobre lo que puedes actuar ahora mismo. Todo lo demás, es imaginación. Cualquier otra situación, solo está en la mente.
“... la realidad solamente comprende lo que tienes delante en este momento y en este lugar, que es sobre lo que puedes actuar ahora mismo.”
Date cuenta. La mente está continuamente viajando. Porque se lo permitimos. Viaja y recuerda cosas de eso que entendemos como “el pasado”. Y viaja también proyectando cosas hacia eso que entendemos como “el futuro”. Se preocupa todo el tiempo para que determinadas situaciones de “ese pasado” no se repitan en “ese futuro”. Y también se preocupa, claro está, para intentar controlar las cosas que sí quiere que pasen en “ese futuro”.
Y en este ir y venir de su constante viaje, no para de parlotearnos. Siempre con su discurso y su actividad. Con lo complicado que es, en realidad, estar todo el tiempo dale que te pego pensamientos arriba, pensamientos abajo. Ahora lo subo. Ahora lo cambio. Ahora me parece bien. Y ahora me parece mal. Sea lo que sea que signifique bien y mal para cada unx. “Esto ya me pasó antes”. “Esto no quiero que me pase más”. “Esto es inadmisible que suceda”. “¿Pero cómo estoy tolerando esto?” “Ya le vale a fulanitx haberme dicho eso”… Y así podría estar días y días y días escribiendo.
Una auténtica locura, ¿no? Y eso es, precisamente, lo que nos dificulta las cosas en este paso nuestro por esto que llamamos vida. La gran imaginación que tenemos y la gran inconsciencia con la que le permitimos a nuestra mente jodernos la vida de esta manera. Y también cómo nos identificamos con ella todo el tiempo sin darnos ni cuenta de que no somos nuestra mente. O no solo.
Piensa, por un momento, en la definición de realidad de Schmedling y tómala por verdadera (porque a mi parecer, lo es). Y piensa también cómo sería que vivieras en esa realidad. Así definida. Fácil, ¿verdad? Estarías todo el tiempo ocupándote de ti, con tu presencia a tope, viviendo exactamente lo que es la realidad y no prestando atención (ni energía) a las estupideces de la imaginación ni a los viajes permanentes de la mente.
Porque, de hecho… ¿Qué piensas que hace un bebé cuando llega a este mundo? Precisamente eso. Ocuparse todo el tiempo de sí mismo. De sus necesidades en cada preciso instante. Sin juicios. Sin proyecciones. Sin recuerdos conscientes. Sin miedos ni anhelos. Simplemente es lo que es en cada instante. Así venimos a este mundo. Esa capacidad de estar presentes en la realidad, y que ahora nos parece complicadísima… ¡Nos viene de serie! No tenemos siquiera que aprenderla porque ya nos la sabemos. Simplemente parece que la hemos olvidado.
“Esa capacidad de estar presentes en la realidad, y que ahora nos parece complicadísima… ¡Nos viene de serie!”
Y parece que la hemos olvidado porque, como he dicho antes, hemos hecho de lo difícil (permitirle a la mente que nos parlotee todo el tiempo con sus rollos de eso a lo que llamamos pasado o con sus construcciones sobre eso a lo que llamamos futuro), lo fácil. Por un hábito erróneo. Y porque no le ponemos conciencia. Y porque nos dejamos llevar por nuestra mente y nos identificamos con ella. Todo un despropósito.
Y a la vez que hemos hecho de lo difícil, lo fácil… Hemos hecho de lo fácil, de lo que nos viene de serie y no hemos de hacer ningún esfuerzo para conseguirlo, lo difícil. Un buen despropósito que nos hace tener la percepción de que el simple hecho de ser humano implica, per sé, un montón de dificultades.

No te creas nada de lo que acabas de leer. Y permítete experimentarlo por ti mismx. Yo lo hago en bastantes ocasiones últimamente y eso ha transformado completamente la forma en la que vivo esto que llamo vida.
Date la oportunidad de estar presente. Sitúate en ese espacio de conciencia. Date la oportunidad de desaprender este hábito erróneo. Estate alerta con tu mente, y cuando la pilles en algún ir y venir de esos que suelen volverte locx, prueba a ser consciente y a venirte de nuevo a la realidad. A la realidad que define Schmedling. Y a lo que estés experimentando realmente en ese preciso momento. No en tu imaginación. En ese preciso momento de realidad.
Si te es complicado, cierra los ojos y respira conscientemente. Seguro que te va a ayudar a conectar con el instante. Y cuando lo hagas, si realmente conectas, verás como, en realidad, no está pasando absolutamente nada. Porque en nuestra vida, en nuestra realidad, casi nunca pasa nada.
Comments